sábado, 3 de abril de 2021

Antonio Meléndrez; Su ASESINATO, fué el pago para el hombre que salvó a la península

Antonio María Meléndrez Ceseña


Antonio María Meléndrez Ceseña tuvo una actuación destacada durante la invasión filibustera de William Walker a la Baja California, en 1853 y 1854. De hecho fue él quien obligó a este invasor a refugiarse en los Estados Unidos, luego de varios combates en la parte norte de la península.

En el mes de noviembre de 1853 Walker llegó de sorpresa a La Paz, hizo prisionero al jefe político el coronel  Rafael Espinoza y mandó izar una bandera con los colores rojo y blanco y dos estrellas que simbolizaban a las entidades de Sonora y Baja California como integrantes de una nueva república y, desde luego, se hizo nombrar “Presidente” de la misma.

Pero poco le duró el gusto, por que a los pocos días tuvo noticias que se preparaba un contingente en el sur para combatirlo. Esto y el peligro que representaba el arribo de un barco de guerra mexicano, lo obligó a abandonar el puerto, no sin antes llevarse secuestrados al coronel Espinoza y al general Juan Clímaco Rebolledo que en mala hora había llegado a La Paz para hacerse cargo del gobierno.

Con los prisioneros y los documentos del archivo de la ciudad, se dirigió a Cabo San Lucas y de ahí tomó rumbo hasta llegar a Ensenada donde estableció su cuartel militar. Y sucedió lo mismo que en La Paz: el Subprefecto del Partido del Norte, el teniente coronel Francisco Javier del Castillo Negrete quien radicaba en Santo Tomás, le sorprendió la incursión de los filibusteros y de pronto no halló que hacer, por que no tenía soldados, armas ni municiones.

En ese dilema encontró ayuda inmediata y eficaz en la persona de Antonio María Meléndrez quien, con una fuerza de diez hombres, se enfrentó a los invasores logrando derrotarlos en las inmediaciones del rancho La Grulla. Días después, con un mayor  contingente, los californios apoyados por indios de la región continuaron los combates contra los filibusteros en la misma Ensenada, en San Vicente y en Santo Tomás. En el mes de mayo de 1854 tras una intensa persecución por parte de Meléndrez, el grupo de Walker se internó en los Estados Unidos a fin de librarse de sus atacantes.

Refieren las crónicas que influyó mucho en la derrota de Walker el hecho de que el barco Carolina donde tenía prisioneros a Espinoza y Clìmaco Rebolledo abandonó el puerto y los regresó a la ciudad de La Paz. Y para acabarla, en el buque se fueron también los víveres y los pertrechos de guerra.

En cuanto a Walker fue detenido en San Francisco y acusado de violar las leyes de neutralidad entre los dos países. Nada grave y por eso fue absuelto. Para muchos norteamericanos los invasores fueron héroes audaces seguidores del “Destino Manifiesto”. Para otros, los más sensatos, tal acción fue un desvergonzado crimen.

Y después de ese intento fallido de apoderarse de la Baja California, ¿Qué fue de Antonio Meléndrez? Mientras este patriota libraba los últimos combates contra los invasores, llegó en el mes de marzo a la ciudad de La Paz el general José María Rangel designado por el presidente Santa Anna como comandante y jefe superior político de la Baja California. Con una fama de hombre de pocas pulgas, acostumbrado a hacer las cosas con autoritarismo,  comenzó a gobernar según sus propias conveniencias.

En el Partido del Norte y ante la huida de Castillo Negrete a San Diego, se hizo cargo de esa región Antonio María Meléndrez. Pero no faltaron personas envidiosas e intrigantes que hicieron correr el rumor de que este patriota criticaba al gobierno de Santa Ana.

Al saberlo, el general Rangel dispuso que una fuerza militar se dirigiera a San Felipe y que de ahí un emisario le llevara una carta a Meléndrez quien se encontraba en Ensenada. En la misiva, Rangel le otorgaba el grado de comandante de escuadrón y una recompensa de 500 pesos. Pero en realidad, la orden que tenía el portador de la carta era asesinarlo, como en efecto sucedió. Ese fue el pago para el hombre que salvó a la península de la invasión filibustera de William Walker.

Aún así, el recuerdo del patriota aún permanece. 
Un ejido y en la actual Ensenada una escuela secundaria, una calzada y un parque llevan su nombre. Es lo menos para un héroe de la talla de Antonio María Meléndrez Ceseña. 

No fue así con William Walker a quien sólo las crónicas de acuerdan de él. En 1860, cuando andaba en sus andanzas filibusteras, fue capturado y fusilado en una ciudad de Nicaragua.

Poco ha sido el reconocimiento que se le ha dado a este héroe. Apenas en 2014, historiadores locales han hecho gestiones para que cada 28 de junio se rinda el homenaje que merece. Con su nombre en una calle, dos escuelas, un parque y un ejido, esto sigue siendo un pobre reconocimiento a un guerrero excepcional.


El 10 de marzo de 1854, el general José María Blancarte (quien había sustituido al Rebolledo) llegó a Cabo San Lucas con un batallón de 600 hombres enviado por López de Santa Anna a fin de proteger Baja California contra las incursiones extranjeras. Poco después de la expulsión de Walker, el general Blancarte hizo caso de los señalamientos que habían hecho en contra de Antonio Meléndrez, el antecesor de Castillo Negrete, el teniente José Antonio Chávez y de Juan Bandini entre otros, quienes sugerían que los intereses personales de Meléndrez se anteponían al del pueblo. Blancarte ordenó al teniente José Fidel Pujol que apresara a Antonio Meléndrez. El 27 de junio de 1855, con la promesa de un grado militar y un pago, Meléndrez se trasladó a San Vicente donde fue consignado por los militares de Pujol; el 28 de junio de 1855 fue sentenciado a muerte por el mismo Blancarte y posteriormente fusilado.

Dada la inconformidad popular, el primero de octubre de 1855, el general Blancarte ordenó al capitán José de Oñate que se reabriera el juicio lo cual se inició el 11 de diciembre; tras varios testimonios de diversos testigos los cuales enaltecieron el patriotismo de Meléndrez, reivindicaron a Antonio Meléndrez como un héroe y patriota bajacaliforniano.

Poco ha sido el reconocimiento que se le ha dado a este héroe. Apenas en 2014, historiadores locales han hecho gestiones para que cada 28 de junio se rinda el homenaje que merece. Con su nombre en una calle, dos escuelas, un parque y un ejido, esto sigue siendo un pobre reconocimiento a un guerrero excepcional.








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